Expulsados,
vacilantes
condenados a lo que nunca bautizamos
desierto, sangre
hijos como cascadas incontenibles
el rencor
y de nuevo
nos toma como rehenes la palabra
nos obliga
es lo único que tenemos en la boca
para llamarlo... llamarlo tantas veces
fórmulas, ritos, ensalmos
y congojas...
no más tenemos.
Me quedo como una espiga
como un cardo
sembrada en mi sangre lunar
en un estro sin reposo
y la ciencia
va al bártulo de cosas inservibles
hoy soy lanzadera, aguja en un pajar,
senos dispuestos,
fábrica de veleidades
llorando cada hijo que me escurre del alma
odiando a otras hendiduras
midiendo mis plantas en sus huellas
aprendiendo a ser ellas
a ser un yo que es cáscara
cuando deseaba ser sabiduría,
a ser sudario
cuando quiso ser
el cuerpo que desciende y resucita
a ser vanidad queriendo ser soberbia.
Enemiga de aquello que se arrastra
condenada a un calor que me obliga a seguirlo.
¡Cuando mordí el fruto esperaba
un mundo más extenso que su espalda
emanciparme de sus arrebatos
de su espíritu corto y de sus miedos!
Él lo sabía
y me sometió
sabiendo lo que hacía...

Verónica Maldonado Carrasco es egresada de la carrera de Literatura Dramática y Teatro. Ha sido profesora, actriz, directora, periodista y dramaturga. En el área de dramaturgia y narrativa ha obtenido nueve premios, entre ellos, algunos otorgados por el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CNCA), el Departamento del Distrito Federal (DDF), el periódico La Jornada y la televisora de la Universidad Nacional Autónoma de México (TV UNAM). Actualmente se desempeña como guionista free-lance y como profesora en la Escuela de Arte Teatral del INBA. El poema "IV. Expulsión" forma parte de un poemario en proceso titulado Esfinges.