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Los siete trozos de Des-trozos

Por María Leticia López Serratos

Raquel Mosqueda: Des-trozos, Ediciones Mixcóatl, México, 1999.

Siete cuentos -trozos- integran esta publicación de Ediciones Mixcóatl, en la que Raquel Mosqueda, joven narradora de vena sarcástica, nos lleva de la amable sonrisa al desconcierto, a la sorpresa, al asentimiento, a la indignación.

¿Qué subyace en la abigarrada concurrencia de trozos de cotidianidad, deforme o deformada, en la que estamos sumidos todos y permite, no obstante, que el narrador se sitúe en el punto exacto de la atalaya y participe, a su vez, de los devenires en la búsqueda de sus límites, coincidentes o no? El talento del escritor, creo yo.

En el colmo de la ironía, y justo cuando esperamos un desenlace de cualquier índole, porque el lector comprometido interactúa con el narrador planteándose diversas formas de desenlace, salta la sorpresiva aparición de un personaje con el que no contábamos: la muerte. ¿Son los Multifamiliares la patética imagen de la hacinación que nos sofoca sólo aquí arriba, o hemos de esperar nuestro "espacio mortal" en oposición a nuestro "espacio vital" también allá abajo?

¿Y qué con Lo que le pasa a Antonio? ¡Pobre cuate! Uno solo de sus sueños bastaría al psiquiatra para darle de patadas y, entonces sí, habría algo digno de contarse.

Piezas de sueños me recuerda no una, sino innumerables tardes de sopor en las que buscamos en los rincones de la vida trozos mezclados de vigilia y ensueño para construir (o reconstruir) aquello que han dado en llamar existencia.

Y Ahora sí, jovencitas, no tan jovencitas y solteronas, todas en desfile carnavalesco, con tono de súplica, demanda o agradecimiento ante San Antonio, síntesis del apareamiento, símbolo de "la consigna de la naturaleza", si no les hace el santo el milagro, ya se encargará algún macho, de ésos cumplidores, de hacerles un "milagrito".

Nos quedamos Sin abrir la boca después de la indignación, y soltamos la carcajada cuando supimos que te reivindicaste manu propria, mujer, como sea que te llames, al darle a tu marido el plato suculento de tu venganza reprimida.

Quien no ha vivido alguna Historia de microbús no puede afirmar ser capitalino, sobreviviente en una de las ciudades más complejas, peligrosas y sorprendentes, en la que desfilan por las mismas calles o se transportan en el mismo microbús los personajes más contrastantes y, sin embargo, más hermanados por el polifónico sustrato cultural de su tragedia cotidiana. El asaltante se identifica con una sola de sus víctimas y decide no robarla porque la reconoce como "banda", aunque ella sólo comparte con él el gusto por una "rola" que sintetiza la problemática social del primero y el sentir solidario de la segunda.

El mejor de entre nosotros es, a mi juicio, el trozo más logrado de nuestra narradora. En las diferentes esferas de las relaciones humanas, así como círculos concéntricos, existe en mayor o menor grado el demonio de la envidia. La esfera de los intelectuales, reconocidos apenas tras el velo de ingeniosos sobrenombres, es uno de los cultivos más fecundos para que ese demonio eche hondas raíces y alcance proporciones insospechadas. La vida de un brillante joven poeta, el primero, el mejor, se transforma en la de un obscuro vendedor de "tianguis" por el consejo mal intencionado de otro, el segundo, quien lo persuade de fingir su muerte y alcanzar así la gloria póstuma de las letras. ¿Llegar a la primacía supone siempre una ardua labor personal o es el resultado de quitar piedras del camino?

Des-trozos es una colección de cuentos que debe leerse no sólo por proceder de una pluma de joven calidad literaria, sino porque en ella se confirma lo que atinadamente dijo Salvador Novo: "el buen narrador no refiere la vida en su trivial literalidad, sino de forma única, original, como sólo su genio puede hacerlo".

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