Revista Electrónica de Literatura Mexicana
Número uno. Octubre-diciembre de 1998

Historia prematura de la Revista Electrónica de Literatura Mexicana (RELiM)

Por Iliana Rodríguez

1988, Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México). Una estudiante de Letras Hispánicas de apellido nada ilustre -se llama Iliana Rodríguez- sueña con tener, un día, su propia revista de literatura. Se reúne una o dos veces con su grupo de amigos para tratar de convertir el proyecto en realidad. Pero el papel es caro y no hay padrinos...

1991, Escuela de Escritores de la SOGEM (Sociedad General de Escritores de México). La misma estudiante sigue soñando con llegar a ser poeta, lo que la ha llevado a inscribirse en la mencionada institución. Se ha olvidado casi por completo de la idea de fabricar su propia revista. Afortunadamente conoce a cierta aprendiz de narradora -Rosario Covarrubias-, cuyo importante papel se descubrirá más adelante.

1997, Escuela Nacional Preparatoria. La estudiante, ahora transformada en profesora, conoce a otras dos colegas que han sufrido la misma metamorfosis. Ambas provienen de la Facultad de Filosofía: una, de Letras Hispánicas -Raquel Mosqueda-; la otra, de Letras Clásicas -Leticia López-. La amistad surge y al grupo se integra la antes aprendiz de narradora, ahora ya simplemente narradora, Rosario Covarrubias. Tres veneros culturales -la Facultad de Filosofía, la Escuela de Escritores y la Escuela Nacional Preparatoria- se conjugan en su amistad. Otra afinidad: las tres preparatorianas nacieron en 1969, año en el que el hombre pisó por primera vez la superficie de la luna. Comparten su carácter lunático -artístico, dicen ellas- con su amiga nacida en la agitada década de los cincuenta.

Mayo de 1998, oriente de la Ciudad de México. Una noche impensada, la ex-estudiante que hace diez años soñó con tener su propia revista trabaja en su computadora. La red la maravilla como un juguete nuevo. Se encuentra accidentalmente con uno de esos servidores que ofrecen páginas gratis y...

Junio de 1998, restaurante de la Ciudad de México. El grupo de cuatro amigas se reúne y acuerda constituirse en Consejo Editorial de una nueva revista de literatura. Tres narradoras y una poeta permiten que su entusiasmo se desborde. ¿Qué secciones tendrá, cuál será su orientación? Semana tras semana, reunión tras reunión, café tras café, cigarro tras cigarro la idea se afina y el proyecto se consolida. Un sueño se transforma en realidad gracias a la tecnología: para alivio de los ecologistas, el papel no interviene; para alivio del Consejo Editorial, la difusión promete ser gratuita. Casi automática.

Julio de 1998, ciberespacio. El flamante número cero de la Revista Electrónica de Literatura Mexicana (RELiM) está disponible en la red. Ofrece una sección de poesía - "Poesía en claroscuro"-, una de cuento - "Cuenteando"-, una de ensayo - "Arrieros somos"- y una de reseña. Se concibe como un sitio abierto para la creación y la crítica literarias en español. Aspira a incluir, en próximos números, reseñas o ensayos de arte en general: danza, cine, etcétera. En su título incluye la palabra mexicana porque se elabora orgullosamente en México, pero desea tener lectores y colaboradores de todo el mundo hispano. Anhela también ser un puente entre generaciones, para lo cual abre una sección especial para los jóvenes más jóvenes -quince a veinte años-, llamada "Recentiores" (en latín, "los más recientes"); asimismo planea un taller de creación literaria para estos muchachos... Sin embargo, no todo es bello. El "contador de visitas" se mueve lentamente. El buzón del correo electrónico permanece vacío por tortuosas semanas... Pero, hacia finales de mes, varios sitios literarios acceden a poner un vínculo con la revista. Las integrantes del Consejo Editorial se las ingenian para anunciar su revista en los "buscadores", así como en programas de intercambio de "banderas". De manera casi milagrosa, el buzón del correo electrónico empieza a recibir mensajes. Un día llega una colaboración de España. Otro día, una de Argentina. Una más de Colombia. También comentarios y textos de compatriotas -no de los amigos, sino de otras personas a quienes las integrantes del Consejo Editorial no conocían-. El próximo número -uno- se nutrirá con todo esto.

Agosto de 1998, aldea global. El contador de visitas marca seiscientos y tantos. Si la tendencia estadística continúa, el número cero de la Revista Electrónica de Literatura Mexicana habrá sido leído -para octubre- por cerca de mil personas. Logro difícilmente asequible para una revista de papel... Por otra parte, el taller literario para los recentiores ya se ha convertido en realidad. Los sábados se reúnen con el Consejo Editorial para trabajar sus textos, de los cuales surgirá con seguridad alguno o algunos para el siguiente ejemplar de la revista.

Actualmente las creadoras de RELiM se encuentran en un estado de ánimo contradictorio, que va de la alegría de ver sus cuentos, poemas, ensayos y reseñas publicados al terror que les causa el hecho de que sus expectativas más ambiciosas hayan sido superadas, pasando por la preocupación de ofrecer una revista de calidad que no defraude a los lectores y de no desaparecer antes de cumplir siquiera un año.

La Revista Electrónica de Literatura Mexicana no ha roto por supuesto ningún récord: el Consejo Editorial lo sabe. Si se compara el número total de lectores de RELiM -desde su aparición en julio hasta la fecha- con el que alcanzó en un solo día el sitio oficial del mundial de Francia 98 -siete millones-, la cifra aparece ridícula en la pequeñez de sus tres dígitos. Pero más que ridícula resulta en verdad sintomática, ya que indica con claridad cuál es el panorama de la cultura en el planeta hacia el fin del milenio. Preocupa al Consejo Editorial de la revista la situación de evidente minoría en que se hallan las páginas de habla hispana frente a las de lengua anglosajona. Ni mencionar el estado de los lugares virtuales dedicados a la cultura frente a los de negocios, deportes, juegos y pornografía. Además, el problema de la ausencia de una legislación internacional clara y eficaz en cuanto a los derechos de autor en la red. Y por si fuera poco, el nivel económico de los países latinoamericanos -y aun de España- que dificulta bastante la adquisición de una computadora y de los servicios de conexión con la red por parte de un público numeroso.

No obstante, las integrantes del Consejo Editorial de la Revista Electrónica de Literatura Mexicana se muestran optimistas. Saben que no se encuentran solas y que las posibilidades de la tecnología son prometedoras. En su patria hay otros que llevan ya a cabo tareas similares. RELiM espera en el futuro unir esfuerzos con ellos, así como con el público y con otros escritores para andar por los difíciles cuanto fascinantes caminos de la literatura en la red.

12 de agosto de 1998, Casa del Poeta, Ciudad de México


RELiM
ilianarz@servidor.unam.mx