Por Zulai Marcela Fuentes Ortega
Pero no hay estrella que escape
de la telaraña de los sueños
y esquive su mirada clandestina.
No hay sol que no circunde sus ideas
ni fuego que no alumbre el corazón hereje
devorado por la hoguera.
Dí, Melancolía,
musa redentora que permea los instintos:
¿Qué hacer con este cáliz tan amargo,
cómo atravesar las llamas,
salir ilesos del Infierno?
Acaso en la Memoria
Bruno siga descifrando la aventura de los astros,
contemplando con su luz el Infinito.
RELiM
ilianarz@servidor.unam.mx