Por César Manrique
Lo había tenido muchas veces encima, las primeras borracho, después ya no.
"En verdad era el Hijo del hombre" oyó decir a un centurión mientras la tarde llovía. Barrabás se alejó sonriendo, satisfecho de no haber sido él "el elegido".
Sabían que ése era su distino. Uno prometió tirar las monedas y colgarse de la rama de un árbol. El otro, que volvería al tercer día. Ninguno de los dos cumplió.
Le prometió que esa tarde estarían en su reino junto a su padre. Murió dos días después.
En la soledad de la noche, tras enterarse del drama familiar, no pudo evitar sonreír por el destino de sus hermanos.
"No hay más hombres sobre la tierra" le había dicho a su hermana. Lloró como una tonta al ver la caravana de beduinos.