Lunes

8:00 hrs.

Un día despertaste y ella ya no estaba. Te había anunciado su partida, se había despedido de ti de innumerables formas, te había marginado paulatinamente ya hacía años de sus asuntos y tú insistías en seguirla, en estar a su lado, en dormir en su cama, en tenerla materialmente cerca aunque ella ni te pelara. Un día su mitad de la cama estaba vacía.

17:00 hrs.

Hay un espacio enorme en la parte del armario donde ella guardaba su ropa y sus objetos personales. No olvidó nada... bueno, dejó sólo todo el montón de chucherías que le regalaste hace quién sabe cuántos años, los muñecos de peluche, las flores secas guardadas en los libros que nunca leía, los que no le interesaban. ¡Qué bruto! ¿Cómo no te diste cuenta? Siempre te dio señales de que no le importabas, y después de las señales vinieron las palabras; te pedía con todas sus letras que te marcharas, y como tú no estabas dispuesto a dejarla, amenazaba con irse ella; te decía que un día no volverías a verla y tú no le creías; siempre la esperabas a cenar y le preparabas el café, ¿qué le faltaba?

19:00 hrs.

Y ahora miras por la ventana. Es ella. Se acerca. Siempre tan pulcra. Sólo que ahora luce diferente; no solía sujetar su pelo ni vestir de blanco, un color que le desagradaba tanto. Por supuesto no le preguntarás la razón de su cambio para no molestarla. Entra en la habitación y te sonríe, te saluda. Volvió. No importa que no te bese. Está aquí, contigo. Se preocupa por ti. ¿Quién le habrá dicho que enfermaste desde que ella se fue? Te mira. Vuelve a sonreír mientras prepara tu medicina, un par de píldoras y una inyección. Tú te recuestas en tu mitad de la cama...

Martes

8:00 hrs.

Un día despertaste y ella ya no estaba...

Miércoles

17:00 hrs.

Hay un espacio enorme en la parte del armario donde ella guardaba su ropa y sus objetos personales...

Jueves

19:00 hrs.

Y ahora miras por la ventana...

Viernes...... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...