La niebla
(el oscuro camino del recuerdo)
Por Daniel Lazo
En la memoria se encuentra el alma.
Agustín de Hipona
Tenme paciencia, amor... tenme paciencia. Dime que me amas, ¿sí? Como hace algunos años. Abrázame, ¿sí? Por lo menos di que te acuerdas de mí, porque... pronto... yo ya no podré hacerlo.
Estoy tan solo. El doctor dijo que el mal iría avanzando poco a poco, gradualmente, como tinta azul absorbida por el ala de una ave blanca. Poco a poco, como si un niño inocente fuera apagando cada día una de las velas de mi conciencia y la oscuridad llenara cada vez más mi extinta luminosidad.
Cuando el doctor me dio el veredicto, tú sabes lo que pensé: Que estaba loco, que cómo podía atacarme con semejante diagnóstico. Tú estabas junto a mí y me tomaste fuertemente de la mano. Te sentí cerca y, a la vez, sentí cómo te ibas alejando. Apretaste mi mano izquierda, pero yo vi cómo me soltabas y me dejabas caer.
Se dice que sólo estamos de paso en esta vida. Yo pienso que estamos de paso en todas partes. Ya lo ves: yo lo estuve en tu vida, amor. Lo recuerdas, ¿verdad? Después de la tarde en que fuimos al doctor me demostraste que aquella teoría era verídica. No te guardo rencor, yo hubiera hecho lo mismo. Además, este lugar no es tan malo; por lo menos hay gente que se encarga de mí.
Sólo estamos de paso en todas partes y todas las cosas están de paso en nosotros. En mí, hasta la memoria está de paso. Es una cruel mujer que me abandona cada día. Cada día es una nueva pérdida; cada minuto, un recuerdo olvidado. Tenme paciencia, amor... tenme paciencia.
Si la luz se apaga por completo, ayúdame. Llegará el momento, lo sabes. Yo también lo sé y lo más deprimente de mi condición es que no enloquezco, no pierdo la conciencia ni recupero el recuerdo, no mato ni doy vida, no camino ni estoy estático... ni puedo morir.
Trata de imaginarlo: cada día se quema una de las páginas de mi diario. ¿Cuántas me quedarán? ¿Cuánta infancia, cuánta juventud? ¿Cuántos de tus besos me quedan para recordar?
Estoy gritándole a Dios para que me ayude. Que me ayude por lo menos a no olvidarlo a Él. ¿Crees que me condene en el infierno por olvidarme de su existencia? "Cree en Dios y vivirás para siempre", me decían. Pero ¿qué pasará cuando me olvide de cómo creer? ¿Dónde me esconderé de la ira del Señor cuando olvide lo que es esconderse? No soy más que un niño solitario en la orilla de un río, tratando de detener su curso con las manos, tratando de sostener con el puño aunque sea un poco... aunque sea un poco de agua.
No quiero aburrirte, amor. A fin de cuentas, mis problemas son míos. Hay que tomarlo con humor, ¿no? Por lo menos aún tengo problemas. Gracias por haber venido. Muchas gracias. Te amo todavía, ¿lo sabías? Anda ya. No te quito más tiempo. Adiós. Apaga la luz al salir, ¿sí? Quiero dormir. Quiero soñar. Quiero soñar contigo. Sólo así te tengo siempre. En mis sueños tú no me sueltas nunca. En mis sueños no suelto tu recuerdo. En mis sueños no te olvido...
Daniel Lazo nació en el Distrito Federal en 1979. Actualmente es estudiante de Ciencias de la Comunicación en la Universidad Iberoamericana.
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