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Sueño y ausencia1

Por Coravizak Escalante Covarrubias

Mirábamos una película de amor y suspenso; nadie, sólo tú y yo, otro sueño, otros colores, magia imprevista; ahora éramos protagonistas reales e ilusos. Se abrió una puerta y un viento quiso volver a cantar; los granos de ausencia despertaron al mar. Una luz persistente... un diminuto instante para respirar otro aroma. Viento que ondulaba melodías únicas, melodías húmedas; tanto cantaba en alta voz, que el silencio se convirtió en nota musical, la tonada más fina y dulce que podría haber creado el dios del tiempo. Presencias plateadas, manos de luna, la inspiradora que espolvoreó sobre nosotros pedazos suaves y brillantes de su manto.

Bajo una noche larga y tranquila, elaboramos el mínimo deseo. En el agua, calosfrío, igual a la emoción sensual donde nos mirábamos; el viento seguía emitiendo sonidos, esta vez eran doce, cada uno diferente pero insinuando lo mismo, sonidos iguales a tantos ángeles impulsados por aires felices.

Anhelaba que fueras mi vuelo, mi ave sin fin, confesarte mi gran inquietud, mi verdad.

Acaricié tu rostro de duda y curiosidad, expresión sin temor. Te besé.

Ahora no sólo era mi corazón que se saciaba en los sabores y caricias de tus labios. Y la penumbra de la ansiedad creó sensualidad extrema.

Fundimos nuestros cuerpos en uno solo, así como los colores del arcoiris nocturno se tiñen en uno mismo. Siendo esclavos de nuestros calurosos sudores y jueces de nuestras fatigas, amábamos en alto.

Recuerdo tu sabor, el ir parte por parte, besando despacio cada camino de tu aura recostada.

Algo indefinido nos separó; caí, desapareció el encanto natural, quedé inmóvil y herida; pensé que serías un sendero para siempre. Fue triste darse cuenta de que eras humo imaginado, horas que robé al tiempo. Quiero regresar al mismo sitio donde algún día estuviste conmigo.

No lo sabe nadie, labio sobre labio, la pasión desapareció en cuerpo y alma, te fundiste entre los hielos.

Nota

1. Este texto está construido con paráfrasis de algunos versos de los poemas "Sendero", "Cercanía el silencio" y "Elaboro en cada paso" del maestro Carlos Illescas. Modesta contribución al arte de la fuga, México, UNAM, 1988. (Textos de Humanidades.)

Rendimos así un modesto homenaje al escritor guatemalteco que falleciera en México el año pasado.

Me suelen llamar Cora a secas, quizá porque el apodo que llevo por nombre es algo largo y, en algunas ocasiones, difícil de pronunciar, sobre todo para los que acabo de conocer. A veces creo que fue broma de mi madre, pero para broma fueron ya veinte años. Me he ido acostumbrando y ya no me cuesta presentarme: soy Coravizak Betzabé Escalante Covarrubias. Estudio en el Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH), plantel Sur. Mi sueño, desde pequeña, ha sido escribir sobre el silencio para convertirlo en melodías. Me falta mucho por conocer, por aprender. Sé que con el tiempo iré mejorando. Estoy feliz por tener la facilidad de transmitirle a la gente mis sentimientos y mis secretos, que descubrirán cuando la tranquilidad del incienso llegue a nuestras manos.

RELiM
ilianarz@servidor.unam.mx