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Poema de 0.005 miligramos en bond

Por Martin Camps

Si te lo propones, es posible
escribir un poema diccionario en mano.
Con ringlero de anécdotas en el escritorio
(boletos de avión y notas apresuradas en servilleta como evidencia)
el "como" listo para la metáfora brillante,
(refulgir de hierro en la navaja exacta).
Y ensayar celuloides:
El agua flota sobre las arenas del desierto.
Las albercas reposan su frustración de laguna.
¡Quién fuera Borges!
Pero ese otro Borges que no se quiso Borges.
Palabra pulida, de metáfora estilete,
el poema que habita sólo en profundidades náuticas,
que sólo aclara en mentes lúcidas (o lucidas).
Y el campo allí desenfadado.
El árbol desperezando sus brazos.
La mujer durmiendo en sueños tibios como en baño maría.
Y las nubes ahora mismo en los trinquetes de un poste de teléfono.
Y los postes de alumbrado, cabeceando, amarillos los pobres.
Ya han salido los cuatro espectadores de la función de medianoche
(por supuesto todos vampiros).
Y el poema no se presta, se ruboriza, recula, se desdice, se apaga, no
enciende.
Le falla todo.
Unas cuantas imágenes inflamables, sin combustión.
Flamean, latiguean, se consumen y apagan.
Quiebro aquí el verso
inicio acá, confío en el espacio en blanco, en la frase larga.
Aparece una mujer (naturalmente bella).
Desaparece,
o nunca existió o ya cobró vida y en alguna parte está fornicando.


Martin Camps (Tijuana, 1974). Estudió la maestría en Creación Literaria en la Universidad de Texas, en El Paso. Mención de honor en el concurso de poesía Pellicer-Frost 1999 por su poemario Tramos de noche. Actualmente vive en California.


RELiM
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