Incienso, tabaco, café.
Hilos de humo
sin tregua, continuos:
sucesión de eternidad.
Las horas fluyen
solas
y no tengo sueño.
Pero la soledad
no sólo es eterna,
es también necesaria,
como Dios,
a quien invoco
en intervalos
de desapego,
el de la noche.
De mañana
no hay ritual.
La luz dispersa los humos...