me guió y me convertí en un cerdo en celo;
nunca se me había hecho con una china
WM&RB revisados
-Bueno -responde lleno de concesiva paciencia-, pues reconocemos, como hicimos en nuestras primeras entrevistas, que Rafael y yo nos sentíamos emparentados con ella aunque nos distanciara un aspecto generacional consistente en que, para los autores y los lectores de la generación del '68, un policía con buena conciencia era un contrasentido, ¿no?
Incógnita primera: si uno leyó a Bernal ¿está obligado a suponer que el "policía con buena conciencia" es Filiberto García? Segunda: aceptar que la crítica mordaz, desapasionada, de Bernal pueda ser consecuencia de que para el momento en que se narra el Complot Mongol la revolución era memoria pervertida porque los generales se casaron con hijas de tenderos gachupines y tuvieron hijos licenciados que hoy gobiernan ¿obliga -como dice Taibo- a ver que a la puerta del mundo del Complot Mongol se encuentran Díaz Ordaz y el movimiento del '68, presagiando la quiebra de la "paz mexicana"? Segunda bis: ¿así de fácil se ubica "el momento en que se narra" o Taibo piensa en la publicación del libro? Tercera: ¿es porque son parte de "la otra" generación del '68, la de los hijos de quien pudo ir a Tlatelolco, que Peláez (septiembre del '68) y Crosthwaite (febrero del '62) no leen así nada de esto?
Porque Bernal (1915-1972) publicó El complot mongol en 1969 (Joaquín Mortiz) mientras vivía y era parte del Servicio Exterior Mexicano en Suiza, García no es una "buena conciencia" sino un pistolero que ve desaparecer el al-chilismo (i.e., la brutal franqueza)1 del tiempo de la revolución armada, cuando todo era más fácil porque "quiébrese a ese desgraciado" bastaba y estaba clarito. Y sí, lamenta que antes se necesitaban huevos y ahora se necesita título, ¡pinche título!, pero nomás porque se queda fuera de juego, no porque le parezca malo matar o porque juzgue el sistema per se... como otros.
Así, donde la conciencia política de Taibo identifica un contrasentido entre ser policía y tener buena conciencia parece que Bernal no puso más que eso: la conciencia de un personaje bien construido que Crosthwaite identifica en lo que éste asume de sí mismo (Filiberto dice que es fabricante de pinches muertos) y sublima al conservar sólo los rasgos pertinentes para el guión (que cito del cómic, no de la novela), y que Peláez dibuja como si pegara fotos sobre blue velvet con el estilo duro y seco que la narración requiere; muy diferente al de su trabajo anterior si se ve que, aunque a colores, está lejos de la tendencianaif (y no por eso menos pegadora) de las historias de (des)amor recopiladas en su Fuego lento y, sobre todo, porque el naturalismo en blanco y negro de El antojo, pese al primer lugar del concurso de cómic en la Semana Negra de Gijón, no aparece porque Ricardo renunció al efecticismo.
Luego, contra lo que más fácilmente se piensa, el cómic no es un soporte para el virtuosismo y la experimentación gráficos, sino una forma de literatura popular, de narrativa escrita con caligrafía dibujada cuya calidad depende, sin embargo, del guión. Un buen cómic es el relato coherente que, en tanto relato, no desmerece de lo que logran otras narraciones populares como el cine o la novela. El de Bernal, Crosthwaite, Peláez & Co. es uno de ellos porque, como García decía, sin que ningún changuito se ponga de a mucho discurso de fiestas patrias y toda la cosa, cada quien hace su chamba a conciencia; pensando que si hace lo único que sabe hacer, mejor lo hace bien o se arriesga a ser el muerto en negocios donde nunca le ha gustado ser el muerto.
Bernal estuvo vinculado al movimiento cristero y a los sinarquistas2 posteriores y, por lo mismo, el decantamiento de su desencanto lo dejó colaborar con un gobierno que seguramente no le hacía gracia mientras escribía El complot mongol. El resultado es el que apunté antes: molestia ante la hipocresía de la Revolución institucionalizada
La revolución se hizo a balazos ¡Pinche revolución! Según dicen, eso de hacer muertos ya pasó de moda. Ahora todos se tienen que alinear al Partido ¡Pinche Partido! Todos los licenciados tienen que ser hombres de mucha conciencia, hombres muy limpios. Pero bien que me llaman cuando la ley y la conciencia no les alcanza,
y una agilidad narrativa llena de humor negro puro; de ése que no apela a la simpatía política del lector cuando quien escribe hace "pensar" a su personaje y, en cambio, se satisface con la idea de un hombre que sabe que la primera va en la frente pa librarnos del mal pensamiento; la primera bala, como a todo buen cristiano, para que ni se bulla; se pregunta si los agentes rusos y gringos con quienes trabaja tienen buenos pensamientos para sus fieles difuntos, y aún reflexiona sobre política nacional:
Aquí para quebrarse un presidente hay que ir y meterse allí mismito, donde está. Y luego hay que morirse. Sí. Desde que se quebraron a mi General Obregón, presidente electo, ya no se hace. Pero para eso no se anduvieron con pendejadas: Toral fue, y lo mató allí, frente a todos. Y luego se tronaron a Toral. Eso se entiende. ¿Qué tal si en aquellos años salen con pendejadas de la Mongolia Exterior?
Crosthwaite -siendo el escritor conocido más desconocido de México- y Peláez -con esa noción de travesía que implica la búsqueda del estilo narrativo (aspecto plástico incluido)- ofrecen un cómic adulto donde el crítico más agudo no es el más joven, sino el que lee con cuidado plástica, narración e implicaciones. El suyo es un cómic donde la opinión de un adolescente granujiento y ligeramente retardado seguramente no es la más valiosa, como sí lo es al hablar de los cómix herederos de superhéroes yankis que leen los adolescentes cuyos tiernos circuitos cerebrales están perdidos a fuer de seguir las andanzas de aquellos, alguno de mis hermanos incluido.
Es éste un cómic que, más allá de la opinión de Taibo, porque está basado en una novela seria permitirá a quienes no leen novelas conocer la que funda el género negro mexicano y, si hay suerte, meterse al goce de la discusión que genera; a sabiendas de que esa nostalgia que siempre ha tenido la ficción por nuestro mundo es difícil de resolver porque el mundo narrado, frecuentemente injusto, suele olvidar el del lector, aunque las páginas del cómic sean un medio narrativo tan hábil como cualquier otro.
1: En México se dice que alguien "habla al chile" cuando dice exactamente lo que piensa y como lo piensa; de donde se deduce que el "al-chilismo" es la característica correspondiente (o algo así).
2: la guerra de los cristeros (años 30) inicia cuando el gobierno federal prohibe las manifestaciones religiosas públicas y la iglesia caótica lo interpreta como represión... se arman los balazos. Los sinarquistas son la secuela "política" (muy católica pero no siempre menos violenta) de esto...
Textos plagiados (mi máquina tiene comillas, pero no muchas):
http://www.relim.com
relim@lapalabra.com