Por Paco Pacheco
A mi padre,
generador de tierra,
hoy en la tierra.
Rehúye el aire
a seguirte bañando con su cauda de alas
y su halo
de espumas verticales.
¿Cuántos septiembres atraviesas?
Tantos septiembres son absurdos, estúpidos,
como nubes lloviendo desde abajo,
como brindar con tazas de cicuta.
Hoy nos salen escamas en los ojos
y musgos en los hijos
y en los musgos esporas
de quebranto.
Es mayo y naufragamos
y mayo está picado
y no existen lanchas,
ni ínsulas cercanas.
Eliges un domingo
como otros eligen calcetines.
Como tigre suelto
sorteas los segundos
y ejecutas un aria
a la derrota de la carne.
Es madrugada. Un sol tiñoso
recorre su ruta de esperpento
como quien pasa adormilado.
Llega lo gris
y tu quietud disuelve sistemas decimales,
deslíe el mar y la montaña,
el coral, el insecto,
deja sólo
el prurito del cambio.
La noche, como buitre,
anida en la córnea
de tus ojos.
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